El Ayuntamiento de Palma paga clases de catalán a los directivos de la compañía municipal de limpieza
Sesiones presenciales e individuales a 38 euros la hora en las instalaciones de la empresa pública Emaya
La dirección lo justifica por la incorporación en julio de 2020 de personal directivo que desconoce esta lengua
Altos cargos y personal de confianza están exentos de este requisito exigido a barrenderos y resto de personal
El Ayuntamiento de Palma está pagando con dinero público las clases de catalán a los directivos de la empresa municipal de aguas y limpieza, Emaya. El precio de las sesiones ronda los 38 euros la hora y hay ya presupuestada una partida de 5.000 euros en esta compañía municipal para este fin.
La entidad justifica la contratación de docentes para estas clases de catalán por la incorporación en julio de 2020 de nuevo personal directivo, cuya procedencia es de fuera de las Islas, no tiene conocimiento de este idioma “y se hace necesario que lo aprenda para realizar sus funciones”, según recoge el contrato de licitación.
Precisamente fue ese mes del pasado año, cuando esta sociedad presidida por el concejal socialista, Ramón Perpinyà, incorporó al actual gerente, Manuel José Menéndez Prieto. Un ingeniero de minas, licenciado por la Universidad de Oviedo, y que carecía de cualquier titulación en catalán. No hubo problema alguno para su incorporación, pese a que la acreditación oficial del dominio hablado y escrito en este idioma, es un requisito imprescindible desde 2015 para entrar a trabajar en esta compañía pública, y así, se les exige a barrenderos y resto de personal.
Están exentos de cumplir con esta disposición, aprobada la legislatura pasada por el tripartito de socialistas, nacionalistas y Unidas Podemos que gobierna el Ayuntamiento de Palma, directivos y altos cargos de confianza de la mayor empresa municipal, con 1.400 empleados y más de 120 millones de presupuesto.
Estas clases privadas de catalán para directivos de Emaya son individuales, siempre con la misma profesora, para no interrumpir el ritmo de aprendizaje del alumno y evitar así, según Emaya, la adaptación a otro profesor.
Entre docente y alumno se habrían creado “sinergias y dinámicas muy positivas”, apunta el documento de la compañía, “lo que favorece la adquisición de los conocimientos de una forma fluida y óptima”.
La disponibilidad de la formadora permite adaptarse totalmente a la agenda del participante, que es complicada debido a las características del puesto que ocupa.
La temporalización de las clases se adapta a la disponibilidad del personal directivo, con sesiones y horarios que podrán ser de mañana o de tarde, en función de las necesidades de Emaya.
De hecho las sesiones son a la carta, dado que la formación se lleva a cabo en las instalaciones de Emaya y el coste incluye el desplazamiento del docente a las mismas.
Se realizará el número de sesiones que se considere necesario para alcanzar el nivel del idioma del destinatario de la formación de acuerdo con los objetivos marcados, sin establecer un número mínimo de sesiones y respetando el importe máximo que se determine en la adjudicación del contrato.
La formación se imparte, siempre que ha sido posible en estos años de pandemia, en modalidad presencial y con un marcado sentido práctico con simulaciones de situaciones que puedan ocurrir en el trabajo diario.
En teoría, a la finalización de las clases el directivo en cuestión, deberá ser capaz de resolver la mayor parte de situaciones comunicativas básicas y cotidianas, y producir y decodificar textos sobre temas que le son familiares, de interés personal o laboral.